viernes, 10 de septiembre de 2010

Vamos a contar mentiras, tralará


Esto me pasa por poner la tele. Esta mañana tocaba ofensiva mediática del gobierno: entrevistas a ZP en la cadena amiga SER, transmitida por CNN+, y al hermano de Iñaki Gabilondo, creo que ministro de Educación, en Los desayunos de TVE.

El presidente se me ha atragantado a la primera trola, que ya ni recuerdo, creo que iba sobre nuestra competitividad. En un solo año hemos bajado nueve puestos en la lista de países del mundo. Pero esto es un primer intento, si ponen más interés en ello estoy convencido de que podríamos bajar el doble.

Al ministro le he aguantado cuatro perlas que paso a exponer para que quede constancia de la falta de vergüenza de este gobierno. Sobre el fracaso escolar, inútil señalar que de los mayores de Europa, dice que es cuestión de estadística, de cómo se mide, y que en gran parte es en realidad un abandono, que los padres les dicen a sus hijos “Hala hijo, deja de estudiar y ponte a trabajar”. Así lo ha regurgitado. En otro tiempo y lugar esto habría sido suficiente para atarlo al potro y darle un repaso a los lomos con el gato de nueve colas, en sentido metafórico, claro.

Después, preguntado por la disminución del presupuesto de Educación, va y contesta que los ciudadanos tienen que presionar y esforzarse más en aumentarlo. La magnífica periodista Ana Pastor, con esa amplia sonrisa que luce le ha señalado con toda diplomacia que, casualidades de la vida, precisamente son ellos, el gobierno, los que marcan el presupuesto. Su Excelencia ha balbuceado no sé qué cosa sobre que los ciudadanos debemos reclamar también a los gobiernos autonómicos y luego se le ha perdido el hilo de voz.

Tercera pedrada. Sobre las críticas de los medios de comunicación al exceso de universitarios y a que muchos tienen que aceptar trabajos por debajo de su preparación, el que tiene la fortuna de encontrar uno. Va el pollo y contesta que ojalá todos estuvieran sobrecualificados para el trabajo que desarrollan. Esto sólo lo puede decir un ignorante, sin más, que no tiene idea de lo que significa ganarse las judías por el mundo. Trabajar en algo muy por debajo de tu capacidad, por digno que sea, termina quemando a cualquiera, que se pregunta para qué ha estudiado tantos años. Lo cual machaca a las personas y es un desperdicio de dinero gastado por la sociedad en formación que no se aprovecha.

Última perla. Dice el señor ministro que el pacto educativo, ése que tanta falta nos hace, ¡ya existe!, que es tácito, falta pulirlo un poco con otros partidos políticos. Lo siento, no he podido resistir más.

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