jueves, 19 de agosto de 2010

Bobadas célebres: aprender a aprender

Esta bobada merece un primer premio perpetuo. Aprender a aprender, quintaesencia del actual sistema educativo español y una de las causas de que nuestros estudiantes estén a la cola de Europa, según muestra el último informe PISA de 2006. Esperemos a ver los datos del PISA 2009 que se conocerán en diciembre próximo. La culpa, de Franco, seguro, que lleva treinta y cinco años bajo una losa. No es broma, el presidente Zapatero achacó los malos resultados del año 2006 a que “el problema es que hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que teníamos". Lo curioso es que van a peor y eso tiene difícil explicación.

Comencemos indicando que la enseñanza a lo largo de la Historia y de la faz del ancho mundo ha solido constar de dos partes indisolubles: enseñar las herramientas de estudio, tanto intelectuales como materiales, e inculcar el máximo conocimiento posible de acuerdo con la edad del individuo y la finalidad que se pretenda. Así, un médico sabe dónde buscar información sobre los síntomas o el tratamiento de una enfermedad, pero a la vez tiene amplios conocimientos de su profesión. No he puesto el ejemplo al azar, medicina es una de las carreras universitarias españolas que exige mayor esfuerzo, gracias a lo cual sus licenciados, con las prácticas MIR posteriores, son reconocidos entre los mejores del orbe.

Aprender a aprender… Es difícil saber qué significa la tal frase. En Internet existen multitud de páginas dedicadas a ello, que usan una jerigonza en la que nunca faltan vocablos como proactividad, metacognitivo y por ahí. Después de estudiar la oración con cuidado, por el haz y el envés, creo que se refiere a que el meollo del cogollo de la educación es que lo importante no es el conocimiento, sino las herramientas para alcanzarlo. Si a los educandos se les demandase también adquirir conocimientos extensos, el esfuerzo podría causarles traumas, además de que discriminaría porque, claro, algunos iban a destacar. La bobada se cae por su peso y ofendería al lector intentando explicarla. Pero ilustrémonos con ejemplos, a ver qué hacen otros países que no han tenido la fortuna de contar con lumbreras pedagógicas como las que han diseñado los planes de educación españoles.

Países tipo “aprender” (Alemania): diseña automóviles, aviones y carros de combate; potencia mundial en farmacia, óptica y electrónica, entre otras industrias; 80 premios Nobel, de ellos 68 en ciencias naturales o medicina; locomotora económica e industrial de Europa. Habitantes 82 millones, no llegan al doble que España.

Países tipo “aprender a aprender” (que se sepa, sólo España): montamos los coches y otras máquinas que diseñan los alemanes, compramos sus patentes en farmacia y sus aparatos ópticos y electrónicos. Hemos tenido siete premios Nobel, de ellos sólo dos en ciencias; de vez en cuando alguien destaca, a costa de un gran esfuerzo personal. Nos hacen mucha gracia los cabezas cuadradas alemanes y su afán por la perfección en el trabajo. Somos sus camareros y empleados del hogar cuando vienen a jubilarse a nuestras costas.

El daño causado por esta estupidez pedagógica y otras similares aún no ha llegado a su máximo, lo hará dentro de unos veinte años cuando la generación que la está sufriendo llegue a la edad adulta y alcance todos los resortes de la sociedad. Del mismo modo, se tardarán no menos de cuatro o cinco decenios en reparar los estragos, a contar desde el momento en que un plan educativo sensato comience a aplicarse desde la educación infantil, cosa que ni siquiera parece estar en el horizonte político español. Cuanto antes empecemos, mejor.

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